lunes, 23 de noviembre de 2015

CON EL CORAZÓN DE EVA

Lo vio marcharse mientras, angustiado, se sentaba a esperar. Pensó en la chica que había regalado su corazón y en su madre. ¿Cómo sería la madre de una joven que había permitido la donación al mismo tiempo que vivía el dolor más espantoso, el provocado por la muerte de su hija? ¿Cuántas lágrimas estaría aún derramando por ella? Un estremecimiento corrió por su espalda y se dijo: «Debo estar contento por esta oportunidad para mi hijo». Pero extrañamente no lo estaba, y siguió haciéndose preguntas que no obtendrían respuestas. Suspiró una y otra vez queriendo espantar los pensamientos que como aves de presa revoloteaban en su mente.

Por una gran ventana vio llegar las primeras luces de la aurora en el horizonte. Los rayos de sol fueron barriendo la oscuridad hasta que desapareció por completo. El nuevo día ya estaba allí, y con él escuchó el creciente murmullo de la gente. Un turno finalizaba. Los profesionales se pasaban los historiales y las explicaciones de lo sucedido durante la noche. Por los pasillos iban y venían personas, cada una con sus problemas reflejados en el rostro, en espaldas cansadas. Una mano en el hombro lo sobresaltó. Era Esperanza que lo miraba con los ojos de querer saber todo sobre Alberto. Sintió alivio de ver a la mujer allí con él.

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