jueves, 13 de febrero de 2014

Una tarde con Carla

Una tarde con Carla, por María Gónzalez Pineda

On 13 febrero, 2014
Una Tarde con ClaraUn hombre paseaba por las calles desiertas de una triste ciudad portuaria, él vestía con una chaqueta larga entallada por la cintura con chistera y bastón, sumamente elegante, tenía una cita con Carla, la más bella mujer que había conocido en su vida, tenía la suerte de pasar la tarde con la joven.
Entró en su casa, la vio sentada en el patio de la gran casa, debajo de una hermosa parra con bellos racimos verdes colgados de sus sarmientos, la joven se levantó al verlo y le ofreció su mano, él se inclinó en un saludo cortés, ella le indicó que se sentara, le ofreció una copa de jerez, él se lo agradeció, la joven tomó la botella y llenó la copa de fino, el líquido llenó la copa de un dorado jerez que brillaba al sol de la tarde, él tomó la copa y saboreó el líquido con suavidad, mirando los ojos verdes de aquella mujer que lo había enamorado, desde el primer momento que la conoció.

Aquel encuentro fue el preludio de un gran amor.

Autor: María Gonzalez Pineda

jueves, 6 de febrero de 2014

CON EL CORAZÓN DE EVA


CON EL CORAZON DE EVA


–Mamá, me voy –dijo Eva cogiendo su abrigo.

–Hija, ¿tan pronto? –preguntó, extrañada, la madre.

–Sí, mamá, Álex me espera –dijo Eva ya en la puerta.

–Espera, deja que te vea. Estás muy guapa con el vestido nuevo.

–Sí, me lo he puesto porque Álex me va a llevar a cenar a un restaurante muy bello y muy moderno, de ésos que hacen cocina de diseño.

–Me parece bien, hija.

– ¡Eva, vámonos ya! –apuró Álex desde la calle mientras encendía el motor de la moto.

–Me voy, mamá, me está llamando.

–Sí, ya lo he escuchado. Ten mucho cuidado con la moto –dijo preocupada la madre.

–Tranquila, mamá, no me va a pasar nada –contestó Eva.

–Adiós, hija, que te diviertas.

–Adiós, mamá.

La vio salir de casa con ese negro pelo suelto, bella como una rosa, alta, morena y delgada. A sus 17 años era muy responsable. El no haber tenido un padre a su lado la hizo ser más madura para su edad. Cursaba segundo de bachiller y se preparaba con gran ilusión para las pruebas de acceso a la universidad, pues quería ser economista. Sabía que era muy difícil por los escasos medios de su madre, pero ella trabajaría y así se ayudaría a sacar adelante la carrera.

Media hora había pasado desde que se fue. La madre preparaba la cena cuando sintió un pinchazo en el corazón. Fue una sensación muy extraña pero no quiso echarle cuentas, cogió su plato y se fue hacia el salón. Acababa de sentarse cuando sonó el timbre de la puerta. Se asustó, no supo bien por qué. Su hija no podía ser porque tenía llave. Al abrir la puerta de calle se quedó paralizada, como si hubiera visto un espejismo. Era la Guardia Civil.

–Buenas noches, señora, ¿es usted Ana Delgado? –preguntó seriamente uno de los agentes, de aspecto amargado y mirada fría como el hielo.

–Buenas noches, sí, ¿qué sucede?